Como tantos otros, este país se ha forjado sobre la sangre de sus gentes a lo largo de su historia.
Cuando empecé a estudiar, en los primeros 80, aún quedaban reminiscencias de la España, una, grande y libre de la época franquista y así la sentí yo en mi inocente visión de niño.
Tiempo después reparé en que los jesuitas que me daban clase pasaron por alto la mitad del libro de historia que estudiábamos. Curioso por naturaleza como soy, me lo leí por mi cuenta y descubrí la triste realidad.
Sobre estas bellas tierras que pisamos, se han dado estopa los tartesos contra los íberos, los íberos con los celtas, los íberos y celtas contra cartagineses y romanos. Vienen los suevos, vándalos y muchas otras tribus del norte repartiendo también lo suyo y mezclando razas hasta el infinito. Luego llegan árabes, bereberes y moros también cortando cuellos a diestro y siniestro y mezclándose más. Luego mozárabes y cristianos adivina lo que hicieron, sí, matar y mezclarse, a lo bestia.
Luego, en la época siguiente se crea un orden y una unidad de la que surgen nuevamente bandos (hay que seguir repartiendo collejas), que dividan lo más posible. Llegan los ilustrados contra los carcundas, luego progresistas contra conservadores, rojos y azules, comunistas y falangistas, izquierdistas y derechistas y ahora sociatas y peperos, dándose siempre de ostias los unos a los otros, pero siempre del mismo modo, unos pocos, manejando a unos muchos.
La famosa transición que nos vendieron resultó ser un engaño más, el odio seguiría, las muertes igual.
Tantísimo era el empacho de sangre que teníamos, que abrazamos Europa, el mercado común, la OTAN y la Unión Europea con entusiasmo, inocentes, sin darnos cuenta que sólo era un engaño para convertirnos en esclavos de Francia y Alemania.
La gente sigue yendo a ejercer su voto periódicamente con una naturalidad asombrosa. El engaño fué santificar la palabra democracia y "ojito con quien ose hablar mal de ella". Hoy en día ya lo sabemos casi todos, los que nos representan tienen detrás a los grandes funcionarios comunitarios, éstos a su vez a los poderes económicos, éstos a su vez tienen por detrás a las grandes hermandades "discretas" supranacionales en cuyas esferas más altas se encuentran "ellos", los innombrables, a los que no les podemos poner cara porque la llevan ocultando desde el principio de los tiempos.
Este país al que Napoleón, Wellington, Francisco I de Francia o Hitler le tuvieron un respeto casi reverencial, ya no existe. Nos han despedazado, hecho cachitos y nos venden el el súper. No tenemos moneda ni ejército ni casi bandera y muy pronto nuestras instituciones estarán en manos de multinacionales.
Lo realmente gracioso de todo es que, aún conociendo ésto, se me pone un nudo en la garganta cuando oigo el himno de este país maldito y se me pone muy mala ostia cuando oigo a una hija de la gran Bretaña como Victoria Beckham decir que España apesta a ajo, qué queréis que os diga.
Por Swan Dive. Fuentes. http://www.angelruizcediel.es/